La educación de un tenochca se iniciaba en el vientre materno: era amado durante los 260 días de su gestación. El vientre materno era como una protección cósmica, el tenochca en gestación vivía como «centro del universo en el inicio del tiempo». Desde el momento mismo de nacer su madre lo llamaba nopiltzin 'mi hijo amado', este amor era expresado cada vez que era amamantado. Así, a los tres años,

la personalidad armonizante del nuevo tenochca ya se había forjado en su corazón.

En el momento mismo de su nacimiento se le leía su energía natal, cada partera era experta lectora de la cuenta del tiempo. Con esta identidad cósmica conocida, sus padres ya sabían como tratar a su hija, a su hijo. Sus padres eran los primeros en reconocerle como «centro del universo en el inicio del tiempo». Le ayudaban a asumir plenamente esta «identidad cósmica» para que se hiciera potente y así pudiera asumir cabalmente su misión cósmica, para que se hiciera a sí mismo un adulto excelso.

Dicha ayuda era en forma de amor. No era pensada, no era consciente, no era planeada, era sentida de manera espontánea, de manera genuina: nacía en total libertad del corazón de cada madre, de cada padre. El amor nacía de manera espontánea del ejercicio pleno del libre albedrío, nacía naturalmente del corazón de unos padres que vivían en plenitud, en total ejercicio de su nupcialidad. Como consecuencia de un sistema educativo civilizado, cada uno asumía su «identidad cósmica».

Nuestra identidad primera es ser Moyocoyani 'quien gustosamente se hace a sí mismo'